viernes, 29 de mayo de 2009

Tiempos de pandemia

El Breviario
No. 26
Universidad Autónoma de Colombia
Autor: Luís Alberto Flórez Flórez
Bogotá, mayo de 2009

Tiempos de pandemia

Desde épocas remotas cuando el hombre territorial comenzó a desplazarse ampliando sus fronteras en búsqueda de nuevos confines, conquistó otras tierras, se apropió de tesoros y nuevas rutas comerciales; implantó su hegemonía sobre otras razas; borró todo tipo de barreras, irrespetó otras costumbres, impuso las propias; subyugó con el argumento de su ambición y fortaleza militar; comenzó a construir la aldea global.

Utilizando las mismas rutas del hombre depredador, quién diseminó la muerte a filo de metales, tiros y bombas, como hordas invasoras se esparcieron también, pestes, virus económicos e informáticos.

En la interacción insensata del hombre con el hombre, el hombre con los animales, cualquier enfermedad es cosa común a los seres vivos: las pulgas y ratas nos pasaron la peste bubónica; el ébola posiblemente trasmitido por los simios al ser humano igual que el sida; vacas locas, gripa aviar; ahora la A (H1N1) hace tránsito a nosotros. Según genetistas norteamericanos, es una fusión entre la gripa aviar, mas gripa del hombre y gripa porcina. Las pandemias se van transformando y combinando, manifestándose por épocas como una suerte mortal de moda viral.

Así también el virus mutante-económico del neoliberalismo, mas la globalización irresponsable se disemina, supeditando la industria y las organizaciones económicas de los países menos desarrollados a las transnacionales. Los gobernantes, con súper salarios, para atraer maquilas o inversión extranjera, ofrecen el trabajo de sus compatriotas con salarios muy por debajo del costo de la canasta familiar; entregan aprendices, debidamente preparados, con medio salario mínimo legal; achican las noches por decreto para reducir el valor de las nóminas por concepto de recargos nocturnos; rebajan el costo del trabajo dominical y festivo. En fin, ofrecen mano de obra más barata porque no se trata de su prosperidad, es más fácil regalar lo ajeno para atraer la inversión de empresarios indolentes, sin responsabilidad social, sin importar que con estas medidas, se disemina la pandemia de la pobreza y la desesperanza en sectores vulnerables de la sociedad.

Las políticas económicas constriñen el consumo sólo a determinados ingresos de calidad, afectando la productividad nacional, con riesgo de que aumenten los inventarios en detrimento de su rotación ágil y constante, cayendo en un círculo vicioso, porque estas medidas disminuyen la capacidad de contratación de mano de obra, aumentando el desempleo a conciencia que el empleo, con salarios dignos, es el motor de la economía. En decisiones engañosas estimulan la adquisición de bienes y servicios a través de tarjetas de crédito, de fácil acceso a los salarios mínimos, creando entre los pobres esa otra gran enfermedad, que es la inflación del sueldo al sumarles los costos adicionales que trae el uso de la tarjeta. Mientras engordan sus arcas especulativas los banqueros.

Con la mutación económica que nos dejó la ley 100, sustentada por Uribe en el congreso, se comenzó a abusar por parte de las EPS, de quienes aportan por años plata a seguridad en salud, así sea muy poco el uso que hagan de ellas. Los trabajadores usuarios de la salud, deben cuidarse de tener una enfermedad muy costosa porque no la cubren, sin importar cuanta plata han dado previamente. Igual con las administradoras de pensiones, donde los trabajadores ahorran por décadas. Estas captadoras de capital ajeno, con sus representantes en los clubes, donde solo van los súper salarios, se reúnen con políticos tradicionales, sin necesidad de “lobbing”, para diseñar proyectos legislativos donde corren la edad de pensión, aumentan las semanas de cotización y quitan la mesada 14 de sus obligaciones. Con la magia de la retórica que les es tan útil, nos justifican porque el Estado, debe descuidar a sus mayores. El trabajador promedio, según ellos, no debe disfrutar de muchos años de pensión y además debe ser más barato, no interesa cuantos años haya cotizado. Legislando así para las administradoras de pensiones. Abandonando el Estado su responsabilidad y el equilibrio en la estructura económica. Es la pandemia de la inseguridad social.

La seguridad democrática, no contempla democracia en la protección social. Sólo se democratiza el desempleo, el hambre y la guerra, pues entre más jóvenes estén desempleados y llenos de necesidades, es posible tener soldados para la confrontación de una guerra perdida, puesto que, mientras las causas del problema sigan subyacentes, siempre habrá quién se sume a la violencia, atracando en las esquinas, traficando drogas, formando parte del paramilitarismo o se organice en la guerrilla. Empuñando armas de toda índole para buscar su sustento inmediato o para cambiar la estructura del país excluyente.

Si todos los derechos del ciudadano los gobiernos lo ven a modo de carga y no como una responsabilidad; en tanto no exista la más mínima concepción de justicia, a pesar de su reconocimiento en la Constitución, será palabra muerta y se estará perdiendo la función social del Estado. Mientras que exista un gobierno lineal que incite a la guerra cómo única solución a los males, tendremos la negación de lo más precioso, el derecho a la vida.

Cuando el congreso no malgaste el tiempo y los dineros del País en debates insulsos y se dedique a los problemas de fondo. Cuando dejen de lado la creencia obtusa que el único problema es la “FAR”. Cuando los políticos más que en usufructuar el Estado para fines personales o de familia, piensen en una mejor organización y distribución de la tierra. Cuando vean como letra viva el derecho a la educación, a la salud, al trabajo, a la equidad, a la dignidad humana. Cuando veamos con seriedad y le demos tratamiento de epidemia y hagamos una cruzada nacional, contra la corrupción, los salarios injustos y el hambre. Cuando nuestros grandes capitales dejen de ser los ‘filántropos’ de la guerra y aporten sus dineros a mejores causas. Cuando por fin nos sacudamos de estas cepas que se han enquistado en la vida nacional. Cuando nuestros jóvenes encuentren una patria amable con oportunidades para realizarse, entonces, si estaremos comenzando a construir la paz.

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